por Vito Amalfitano
Mar del Plata tuvo por fín el partido “del pueblo”. Del “paese” (en el significado del “pueblo chico”, del “lugar en el mundo”). El choque que esperaba desde 1998. Aldosivi y Boca. Uno de los dos equipos más populares de Mar del Plata frente a uno de los dos más populares del fútbol argentino. Pero además emparentados ambos por una historia y un origen. Ambos vienen de los barcos, en tiempos en los que se quiere demonizar al inmigrante. Ambos tienen la prosapia italiana en el orillo.
Habían jugado la última vez en esta ciudad cuando el Boca de Bianchi, el más importante equipo de la historia del club, consiguió el primero de sus nueve títulos y vino a celebrarlo a Mar del Plata con Aldosivi. Fue 1 a 1 y el actual entrenador del equipo de La Ribera, Guillermo Barros Schelotto, fue el autor del gol visitante.
Llegó el día en el que volvió este partido que esperaba una gran parte del pueblo de Mar del Plata. Con eco en otros mares, bien lejanos. Y la imagen del Minella fue la de una fiesta, con todo el sector de Boca completo, con mucha gente de Aldosivi.
Y no fue para nada amistoso. Para ambos equipos el choque sirvió como medida justa para lo que se juegan hoy. Aldosivi necesita puntos contra los chicos y contra los grandes, para no tener problemas ni con este descenso ni con el múltiple que se viene. Y Boca, que es líder en el Campeonato que nunca vuelve, solo tiene competencia doméstica este año, por lo cuál su medida son los duros rivales que tendrá en el cabotaje.
Además, no fue para nada amistoso por la sencilla razón de que los futbolistas ya quieren jugar por los puntos de una vez por todas. Se notó en el ritmo, en la pierna fuerte, en lo que pusieron y buscaron ambos equipos.
Cada uno, entonces, tuvo su medida enfrente. Pero Aldosivi dio mejor la talla. Quizá porque potenció su pico posible de rendimiento. Más bien porque supo aprovechar las falencias ya crónicas de este Boca de verano. Mucha acumulación de volantes con buen pie, nula recuperación y mucho campo libre detrás de la línea de mediocampistas, mucho más todavía cuando los centrales se suman al achique hacia adelante.
Aldosivi aprovechó muy bien eso. Primero con un pelotazo de Llama que desnudó todo esa “estancia” que deja Boca detrás de la línea central y las dudas del arquerito Werner. Después con mucha inteligencia para quebrar con presión el medio de Boca y para superar la línea de achique con buena explotación de los extremos.
Se lució Sebastián Navarro, en su vuelta al equipo de Mar del Plata. Y el refuerzo de Aldosivi fue mucho más que la figura de Boca, Fernando Gago. Porque Navarro hizo las dos cosas, pases justos, verticales y laterales, y recuperación, con varios quites importantes en el retroceso. El de Boca mostró su calidad en situaciones esporádicas, pero siempre fue devorado en el otro aspecto.
El duelo del “paese” fue para Aldosivi. Para alimentar aun más la leyenda. El Tiburón que se devora a los grandes, hasta al “paisano” más cercano.